jueves, 16 de agosto de 2012

Roboré, pasado y presente


Texto transcrito de “Recorriendo los Municipios del Corredor Bioceánico” ROBORÉ, pasado y presente, del libro publicado por el “Proyecto de Protección Ambiental y Social en el Corredor Bioceánico (PPAS) y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Diciembre de 2011, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.  
 
CAPÍTULO II
ANTECENDENTES HISTÓRICOS DE LA CIUDAD DE ROBORÉ
Antecedentes de Roboré.- el porqué del nombre Roboré.- Leyes y Decretos fundacionales.- El triunvirato pionero de Roboré: Ángel Sandoval Peña; Don Ricardo Müller Kram; El Capitán Eyzaguirre.- Historias de vida en el siglo XX: La leyenda de Juan Miserandino Diyergi; el primer párroco de Roboré; el gran médico de Roboré; Pedro Lacunza, un hombre de acción; Napoleón Montero Montero; Don Germán Vaca Díez Montero; Doña Laida Noemia Peinado de Sáenz; Don José Taceó Surubí.
Antecedentes de Roboré
Para adentrarnos en la historiografía de la ciudad de Roboré es necesario situarnos en el contexto histórico del Sureste cruceño a partir de 1880, esto es, en la afanosa tarea de solucionar la administración territorial y poblar regiones que por la falta de la mano de obra no podían explotarse sus riquezas. Pasando desde 1857 primero con las Jefaturas Políticas y luego por los Distritos Territoriales en 1871, estos antecedentes se tornan posteriormente en la base para la creación de las Delegaciones Nacionales[1] a partir de 1911, las cuales estaban en la obligación de rendir cuentas anualmente ante el Tribunal de Cuentas del Estado Nacional.
Desde la Ley de Organización administrativa de 1888 que organiza el territorio en departamentos, provincias y cantones a cargo de prefectos, subprefectos y corregidores, estableciendo alcaldes dependientes de los corregidores, hasta el año 2008, la forma de la organización de la República estaba normada por los artículos 108 y 110 de la antigua Constitución; a partir de 2009 con la aprobación de la nueva Constitución Política, Bolivia se organiza territorialmente según el Artículo 269 en: departamentos, provincias, municipios y territorios indígenas originarios campesinos.
Supuestamente la erección de Roboré se hace sobre la base de la Delegación del Oriente presidida por don Ángel Sandoval Peña, que tenía como responsabilidad el servicio de colonización, administración, construcción y fundación de un puerto sobre el río Paraguay, pero pareciera que su infortunio y la quimera hacia el río no fue su gran aliada, pues prefirió consolidar un lugar estratégico de tierras más adentro en las cercanías de la serranía de Santiago.
Por su parte, Roboré ha construido su historia y desarrollo, a merced del legendario territorio Chiquitano que albergó a naciones indianas prehispánicas. Tonelli Justiniano da cuenta de la importancia de este paraje para la comunicación entre Santa Cruz de la Sierra y el río Paraguay. Así, los primeros indicios son encontrados en los trazos para la habilitación del camino Santa Cruz de la Sierra – Puerto Suárez en la obra magistral del cruceño don Miguel Suárez Arana.
Desde su fundación e el siglo XVI, Santa Cruz de la Sierra, así como las misiones de Santo Corazón y Santiago fundadas en el siglo XVII, fueron las únicas poblaciones más cerca de los Xarayes y del río Paraguay. Santiago de Chiquitos fue la punta de lanza y la pascana para las exploraciones y la construcción de caminos hacia el Este y el Sur del Oriente boliviano. Ya a partir de la segunda década del siglo XIX, este protagonismo de Santiago en la vinculación caminera tomó trazos en la geografía, así como la pascana salitrera-gomera del Paquió (léase Choboreca o Roboré) se tornará en el centro de la vinculación hacia el sureste como punto intermedio entre Santa Cruz de la Sierra – Puerto Suárez y entre San Ignacio de Velasco – Puerto Suárez.
En la historia de este próspero municipio chiquitano es importante señalar los antecedentes históricos y los documentos que se tienen sobre los datos que a través del tiempo han utilizado propios y extraños. En efecto, las primeras noticias históricas sobre la pascana de Roboré tienen sus orígenes en el anhelo de conseguir una salida hacia el Atlántico y consolidar el comercio en el Sureste. Ahora bien, debemos reconocer que este cometido por buscar una comunicación, hacer exploraciones, abrir sendas, acomodar y mantener el camino, estuvo en los intereses comerciales de los santiagueños, los josesanos, los comerciantes cruceños, comerciantes extranjeros y los demás habitantes de la Chiquitania, tal el caso del don Miguel Suárez Arana que va a entregar sus mayores esfuerzos por mantener este medio de comunicación.
Por eso, la historia de Roboré está ligada al comercio, a las ansias por la vinculación hacia el río Paraguay, para luego consolidarse como un punto estratégico militar. Los relatos del padre jesuita José Sánchez Labrador, así lo confirma cuando realizó su viaje por tierras chiquitanas en 1766, como ya vimos antes, siendo el lugar llamado un sitio de descanso.
La importancia de esta pascana, también fue descrita por el francés Paul Berneville, el cual da a conocer sus apreciaciones en 1899, diciendo que “se hallaba en este estratégico lugar, una pascana que recibía ya el nombre de El Paquió”[2]. (Tonelli 2004:266)
Sin embargo, existen varias versiones acerca de su fundación; ya la vimos antes, pero por su importancia, entre las más sobresalientes y que de alguna manera coinciden con la tradición oral de los habitantes de Roboré, las reiteramos aquí: la primera, como se vio, es la del escritor Mario Gabriel Hollweg; la segunda, la del profesor Miguel Montero Sánchez y del escritor Oscar Tonelli Justiniano, además de otras tantas en publicaciones, en revistas editadas por ciudadanos roboreseños. Tales versiones serán puestas a consideración de ustedes y se describen a continuación.
Gabriel Hollweg en su libro Alemanes en el Oriente Boliviano, menciona que el primer asentamiento que se registró en estas tierras fueron los establecimientos agropecuarios de don Ricardo Müller Kram, de nacionalidad alemana y hace referencia que él fundó la famosa Villa Castelnau; Müller “a su llegada construyó su primera cabaña en “Chovoreca”, sobre la cual se formó la primera pascana  que más tarde daría origen al nacimiento de uno de los importantes pueblos de la Chiquitania” (Holloweg 1995: 326)
Por otra parte sostiene que  Ricardo Müller fue enviado por el Gobierno Nacional en 1916 a fundar un pueblo, para tal cometido contrató los servicios del inglés Horacio Robinson, especialista en topografía; “ambos personajes contrataron toda la gente que pueden y cumplen con su cometido, así llega el 25 de octubre de 1916 y con la presencia del Dr. Ángel Sandoval y otras autoridades, queda fundado oficialmente este pueblo” (Holloweg 1995:326); este dato lo que refleja es que el Dr. Ángel Sandoval Peña solo fue un emisario que dio fe de la fundación de la Villa Castelnau.
Según el autor, entre las obras de gran envergadura que realizó don Ricardo Müller, que luego se tornó en un regalo al pueblo, fue la construcción del cuartel militar y la primera escuela fiscal, como así también fue el primero en tratar de sembrar algodón en la Chiquitania en la hacienda los “Troncos”, aunque que (sic) tuvo un fracaso por la sequía constante.
Pero en lo que no se equivocó fue con los grandes sembradíos de maíz y arroz, y a esto se sumó el desarrollo de la lechería, cría de ganado vacuno y bovino, fábrica de tejas y carpintería; en este último emprendimiento tuvo la colaboración de su hermano que era especialista en el trabajo de madera.
Miguel Montero en su libro Destellos de una Perla; menciona que en 1915 esta villa todavía era una parada de descanso de los viajeros y se encontraba en el trayecto del camino Santa Cruz de la Sierra – Puerto Suárez. Fue un personaje de mucha trayectoria política en Bolivia. El Dr. Ángel Sandoval Peña, que ejerciendo el cargo de Delegado Nacional del Oriente en el periodo de 1915 al 1916, quien “exploró y realizó estudios del lugar llegando a la conclusión que en ese espacio geográfico se podría formar un grupo de colonización civil – militar”; es por eso que el 18 de octubre de 1916 se funda la tan anhelada Villa Castelnau.
En dicha fundación se hace mención de que uno de los pilares fundamentales para que el Dr. Ángel Sandoval Peña pudiera seguir con su propósito, fue el Ministro de Guerra y Colonización, a través del cual “en marzo de 1917 solicitó el Dr. Sandoval al súbdito alemán,  don Ricardo Müller, una propuesta para la construcción del cuartel la que fue presentada y aceptada el 14 de abril y ratificada por el Ministro de Guerra y Colonización” (Montero, 1998:76); dicha propuesta de inmediato se empezó a ejecutar según el proyecto trazado.
Lo primero que se construyó fue el cuartel que se tenía planificado, el cual se empezó en “noviembre de 1917, y (fue) terminado el 6 de agosto de 1918, siendo el jefe de la guarnición el Capitán Darío Eyzaguirre del Castillo y los padrinos fueron don Pedro M. Arias, Rodolfo Roca, José Rejala y Fidel Alvis, quienes celebraron la primera misa solemne a cargo del cura de Puerto Suárez, padre Eusebio Zabala”. (Montero 1998:75-76).
Según Miguel Montero el cuartel se inauguró el 6 de agosto de 1918 y recién el 4 de octubre del mismo año se redactó el Reglamento del “Centro Colonial Roboré” (…) y de la formación de la Villa Castelnau, fecha en que se da por fundada la nueva Villa y el origen de un nuevo pueblo. En este reglamento habla sobre la Zona “F” de la colonización, la distribución  de la tierra, los loteos o solares urbanos, además de los lotes rurales, aclara la capacidad que tenía el Delegado Nacional bajo la tuición del Intendente y la Notaría Delegacional, que eran los órganos fiscalizadores.
Tonelli Justiniano obtuvo información del señor Franklin Gonzales quien escribió en el periódico “La Universidad”, que el alemán Ricardo Müller Kram fue el primero que “plantó su primera cabaña en Choboreca, sobre la base de la cual se formó la primera pascana, que más tarde dio el nacimiento de uno de los pueblos más pintorescos y mejor dotados de la legendaria Chiquitania”. (Tonelli 2004:265) y acerca del Dr. Ángel Sandoval Peña, menciona que estuvo como “Delegado Nacional del Oriente desde 1915 a 1920”;  en ese tiempo buscó y consiguió permiso para fundar un pueblo entre San José de Chiquitos y Puerto Suárez; después del trabajo de exploración y análisis decidió por fundar en la pascana el Paquió en el mes de octubre de 1916, la Villa Castelnau.
El Dr. Ángel Sandoval Peña argumentó ante las autoridades gubernamentales para dicha fundación lo siguiente: “establecer un punto estratégico de apoyo en aquella ruta comercial, proteger a los viajeros del ataque de un numeroso grupo de ayoreos silvestres que incursionaban por la zona y crear, un centro regional de colonización, de donde se irradiase la ocupación económica de los campos de su extendida área de influencia”. (Tonelli, 2004:267)
Ahora, recogiendo los datos de los tres autores mencionados, se llega a la conclusión de que los dos personajes,, don Ricardo Müller y el Dr. Ángel Sandoval Peña, tuvieron mucho que ver en el tema de la fundación de la Villa Castelnau; de hecho los dos personajes aportaron de gran manera al crecimiento y desarrollo de Roboré.
La Villa Castelnau, en sus primeros años de vida, contaba con unas cuantas casas, construidas de adobe y paja, que eran habilitadas primordialmente para los comerciantes  y viajeros que hacían la ruta comercial Santa Cruz de la Sierra – Puerto Suárez. Además, por otro lado, los primeros pobladores civiles fueron: Rodolfo F. Roca (comerciante); Fausto Borda (ganadero y comerciante); Wenceslao Herrera Salvatierra (comerciante), Guillermo Kerr (un norteamericano de color que estableció en el lugar una fábrica de ladrillos), y otros que contribuyeron al aprovisionamiento en los primeros inicios de la pascana El Paquió, hoy en día Roboré.  Una vez fundado el nuevo pueblo, a partir de ahí, dos elementos fueron elementales para su crecimiento y desarrollo: “El transporte carretero y la línea férrea que une Santa Cruz de la Sierra con Corumbá”. A esto se sumó en 1922 la instalación de nuevas líneas telegráficas y una moderna estación de radio.
Cuenta la tradición oral de los roboreseños que al momento de la fundación, ya antes vivían en esta pascana don Juan Taborga y su esposa María Pesoa y Luisa Surubí, el carpintero Mateo Surubí; además, existían otras personas en las tierras circunvecinas entre ellos José Rejala, Fausto Borda, Matías Moreno y Adolfo Suárez Arana Fonseca.
Los centro poblados más próximos a lo que hoy en día es la ciudad de Roboré, estaban habitados itinerantemente y amenazados por indígenas ayoreos (Zamucos); además de que se tenía conocimiento que también llegaron a este lugar antiguamente indígenas chiquitanos, posiblemente de origen santiagueño, de San Juan de Chiquitos o de Santo Corazón.
El porqué del nombre Roboré
Aunque pareciera un nombre de fábula, entre los escritos más antiguos tenemos la cita de Alcides D’Orbigny, que en 1831 se refrescó en las aguas del río Soboreca como él lo llama; un tiempo más tarde Mauricio Bach lo describe como río Chobore; por su parte Cristian Suárez Arana el 15 de marzo de 1904, al describir la cuenca del Tucabaca, que es uno de los principales ramales del río Otuquis, siendo el otro el río San Rafael, denomina a este río como Robores.
Por su lado según dice Baldomero Eberleim en su estudio sobre la Onomatología Corográfica de Santa Cruz, publicada en abril de 1915 por la Sociedad Histórica y Geográfica de Santa Cruz, el vocablo Roboré deriva de la voz chiquitana xoborez, que quiere decir piedra cuña, con la cual los indígenas construían sus hachas u otros utensilios. Además, analiza un documento del siglo XVIII existente en la Biblioteca Nacional de Madrid, de procedencia de los curas de Concepción encontrado en 1840 y del Pbro. Eliseo Ayala Gutiérrez cura de San Miguel, en el cual existe repetidas veces las palabras: yoichoborez, oichoborez, oichoboreca, que hacen referencia al demonio o diablo.
Sin querer dañar a los especuladores, Roboré proviene de la voz chiquitana, rscbobores: piedra redonda; xoboreca: piedras redondas. Este vocablo de origen chiquitano nos lleva a crear un gentilicio: robórense o roboreceños para los ciudadanos de roboré.
Leyes y Decretos Fundacionales
La descripción de marco legal sobre la colonización en el Sureste del Departamento de Santa Cruz da como resultado la conformación de la Delegación del Oriente que comienza a gestarse desde el 11 de enero de 1911, donde Santiago de Chiquitos, de una u otra manera a partir de este momento, pasa a quedar en segundo plano, claro sin perder por completo el protagonismo como campamento base del Sureste.
En la Ley del 11 de enero de 1911 que a continuación se detalla, vemos claramente que el objetivo seguía siendo el de hace casi ochenta años atrás.
LEY DE 11 DE ENERO DE 1911
DELEGACIÓN NACIONAL.-  Se crea sobre el río Paraguay en la frontera Oriental de la República.
ELIODORO VILLAZÓN
Presidente de la República de Bolivia
Por cuanto el Congreso Nacional ha sancionado la siguiente Ley:
EL CONGRESO NACIONAL
DECRETA:
Artículo 1º - Se crea una Delegación Nacional para el servicio de Colonización, administración, construcción y fundación de un puerto sobre el río Paraguay, en la frontera oriental de la República, que funcionará por el término de tres años, sin comprometer los derechos territoriales del Departamento de Santa Cruz.
Artículo 2º - El Ejecutivo reglamentará la presente ley.
Sala de sesiones del Congreso Nacional. La Paz, 11 de enero de 1911.
MACARIO PINILLA. JULIO C. VALDÉS
José S. Quinteros, F Alcocer Irigoyen. Senador Secretario
Diputado Secretario. L Pizarro, Diputado Secretario.
Por tanto: la promulgo para que se tenga y cumpla como ley de la República.
Palacio de Gobierno.- La Paz, á los once días del mes de enero de mil novecientos once años.
ELIODORO VILLAZÓN, Julio La Paye.
La Delegación del Oriente debía ejercer jurisdicción territorial conforme a la ley de 11 de enero de 1911, dentro de este perímetro: al Norte y Este, la línea de fronteras con Brasil, comprendiendo los cantones de San Matías, Santo Corazón, Santiago y Puerto Suárez, en Provincia de Chiquitos; al Sud los límites de la República y al Oeste, los de los cantones mencionados. Esta delimitación no tenía otro objeto que de evitar colisiones jurisdiccionales facilitando la labor de la Delegación ni tampoco comprometía los derechos territoriales del Departamento de Santa Cruz. (Véase el DS 17 de diciembre de 1912 en el anexo Nº 2)
El triunvirato pionero de Roboré
Más que un reconocimiento, es enaltecer a los tres pioneros e ilustres ciudadanos que impulsaron la creación del Centro de Colonización Roboré, la Villa Castelnau y el Fortín Roboré; sin duda alguna estos tres hombres, sus ideales y principios se fusionaron en los que es la administración, la estrategia y el comercio; de esta manera nace un pueblo, nace un fortín y nace un cúmulo de expectativas para la colonización y la soberanía del país.
Tanto del Delegado Nacional, el militar que estaba a cargo de la tropa que iba a componer el fortín y los primeros vivientes, hacen de este emprendimiento algo sutil y anecdótico para la historia de la Chiquitania y del Departamento de Santa Cruz. Los pioneros de esta empresa tan importante para la soberanía son: el Dr. Ángel Sandoval Peña, el Capitán Darío  Gregorio Eyzaguirre del Castillo y el ciudadano alemán don Ricardo Müller Kram; acompañados por cierto, de otros moradores y vecinos de las parcerías vecinas.
Ángel Sandoval Peña
Pionero en el Sureste cruceño en las primeras décadas del siglo XX, nació en Vallegrande el 26 de septiembre de 1871. Recibió la instrucción primaria en el colegio Seminario de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra; los estudios superiores los realizó en la Universidad de San Aquino (hoy Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, UAGRM); fue elegido diputado por Vallegrande entre 1904 – 1905, también diputado por la Provincia Cordillera de 1906 hasta 1909.
En 1903 e inicios de 1904, participó activamente en la conformación de la Sociedad Histórica y Geográfica [3] de Santa Cruz, dejando muestras apreciables de su preparación histórica y sociológica; participó en la redacción y consenso del “Memorándum de 1094”, dirigido al Honorable Congreso y a la Nación, sobre la demanda y las ventajas del Ferrocarril Oriental.
Este ilustre patricio cruceño, en el año 1912 contrajo nupcias con doña Julia Saavedra, nieta del Gral. Agustín Saavedra (héroe de la Batalla de Ingavi), de cuya unión conyugal nacieron sus hijos: Edith, Alicia, Elva, Mario y José, quienes se distinguieron por sus virtudes públicas y académicas.
Su brillante carrera política lo llevó a munícipe de la comuna cruceña en los periodos de 1908 a 1915; desde septiembre de 1916 a 1918 desempeñó el cargo de Delegado del Oriente, donde su obra ha quedado marcada en la memoria de los roboreseños, con la concepción ideológica reformadora y progresista. Hizo de Puerto Suárez, puerto libre y con tarifas diferenciales para estimular la colonización y el dominio mediante una desarticulación nacional.
Fue prefecto de Santa Cruz en 1919; también cumplió las tareas de magistrado de la Corte Suprema de Justicia, permaneciendo en el cargo hasta 1936; en sus últimos años de vida este ilustre cruceño, volvió al ejercicio de la abogacía, descanso de su agotadora tarea de pionero, hombre de mundo y forjador de ilusiones, fallece el 30 de enero de 1941 en la ciudad de Sucre – Chuquisaca.
Don Ricardo Müller Kram
Mario Gabriel Hollweg, describe a este personaje como un hombre de mucho empuje, incansable, un verdadero pionero; construyó su primera cabaña en Choboreca (Roboré), sobre la cual se formó la primera pascana que más tarde daría origen al nacimiento de uno de los más importantes pueblos de la Chiquitania: Roboré.
Don Ricardo Müller Kram, nació en Alemania 1887. Fue el menor de tres hermanos: Melania, Otto y Ricardo. Llegó a Bolivia en 1910, a la edad de 23 años, contratado por la casa Zeller – Villenger & Cia., para trabajar como contador en la sucursal de Puerto Suárez; luego se le encomendó crear otra sucursal en Santiago de Chiquitos; allí conoció a Aurora Montero Vargas, con quien se casó y de este matrimonio nace su primer hijo Leonardo Müller Montero.
Sostiene Mario Gabriel H., que el gobierno de ese entonces, en 1916, le encomendó fundar el pueblo de Roboré, obra que realizó con decisión para lo cual contrató los servicios del topógrafo inglés, Horacio Robinson. Ambos contrataban toda la gente que pueden y cumplen con su cometido, así llega el 25 de octubre de 1916 y ante la presencia del Dr. Ángel Sandoval y otras autoridades, queda fundado oficialmente  este pueblo. Don Ricardo construyó en Roboré el Cuartel Militar para el Fortín Roboré con una paga de 20.000 bolivianos por el Estado Boliviano; además se le atribuye la puesta en marcha de la primera escuela fiscal, obra que luego fue donada al pueblo.
Cuando la guerra del chaco, hizo que se alistara su único hijo Leonardo para defender el territorio boliviano, allí perdió la vida dejando viuda a su esposa Berta Cuéllar Montero y en la orfandad a sus dos hijos muy pequeños.
El capitán Eyzaguirre
El capitán Darío Gregorio Eyzaguirre del Castillo, nació en Santa Cruz de la Sierra el 9 de mayo de 1885; estudió en el Colegio Militar del Ejército en la ciudad de La Paz; desde sus primeros días en el alma mater del Ejército Nacional, mostró su vocación hacia la ciencia y el arte militar, sacando adelante su entrega por la región del Oriente boliviano; es una de las figuras militares representativas de la Chiquitania antes de la Guerra del Chaco; su disciplina, la capacidad y el conocimiento fueron sus principales armas para graduarse con honores como Subteniente en 1893, y ser destinado al Regimiento “Junín”.
Para tener acceso a los círculos sociales en la ciudad de La Paz y la proximidad a los representantes del Congreso Nacional, le valió mucho su ascendencia familiar, la capacidad y el compromiso que tenía con el país; nieto del Dr. Fermín Eyzaguirre, diputado por La Paz, quien el 6 de agosto de 1825 firmara el Acta de la Independencia en Chuquisaca.
Participó de la Campaña del Acre, donde puso a prueba su patriotismo, el valor militar y el espíritu de cuerpo, luchando a favor de la causa nacional; marchó al teatro de operaciones, formó parte del Batallón Acre, con el grado de Teniente, donde fue decorado por su valentía con la “Medalla de Oro Militar”, demostrando y empezando así su glorioso ascenso en la carrera castrense y dándoles glorias al país y sobre todo al Oriente boliviano.
Al retornar de la campaña del Acre, es destinado a la Guarnición Militar con base en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Hasta entonces había demostrado su destreza y las actitudes como estratega militar, y por ser un militar explorador y con buen tino para ubicar estratégicamente fortines a lo largo del territorio del Oriente boliviano, a partir de 1907, año en que ya se ponía en tela de juicio el conflicto de límites con el Paraguay, fue destinado a la Guarnición Militar de Puerto Suárez. Antes había colaborado en organizar los fortines Cañada Larga, Tres Cruces, Pozo del Tigre y Guarayos. Posteriormente fundó los fortines Libertad y Guapomó en el Monte Grande de Los Cafeses, camino a Velasco, hoy en día es parte del territorio del Municipio de San Julián en la Provincia Ñuflo de Cháves.
Hombre valiente, sobrio y trabajador, fue nominado por el Delegado Nacional del Oriente, Dr. Ángel Sandoval Peña para formar un campamento en lo más estratégico de la zona, denominado por los nativos Roboreca (…), donde se fundaría posteriormente la Villa Castelnau a partir de 1918. Salió de Puerto Suárez el 5 de noviembre de 1917 al frente de veinte hombres, presupuestados para la Guarnición de Santiago, con herramientas, servicios de rancho y otros enseres, para controlar desde este punto la construcción del cuartel en Roboré.
El capitán Eyzaguirre fue fundador del cuartel del fortín Roboré, donde vivió dos años; en 1919 fue destinado a la Guarnición de la Frontera Norte Riberalta, después de haberse desempeñado como Jefe de Estado Mayor de este Distrito; luego fue destinado al Estado Mayor Militar en Santa Cruz de la Sierra.
Para la Guerra del chaco ya era un militar jubilado, su amor patrio lo impulsó a formar nuevamente parte de los cuadros de oficiales, y el 11 de noviembre de 1932 fue nombrado Jefe de Etapas en río Grande y Puesto Abapó, desde donde realizó el reclutamiento de conscriptos de las provincias Sara, Warnes y Ñuflo de Chávez para conducir estos contingentes a Charagua y Villamontes.
Se casó dos veces, en la primera esposa doña Julia Rivera tuvo los siguientes hijos: Juan, Darío, Luís, Armengol, Eduardo, Julio y Alcira; en su nuevo hogar en 1936, con doña Victoria Cuéllar nacieron: Asunta, Wigberto, María Violeta, Paula Hortensia, Blanca Catalina, Francisco Víctor e Isabel. Trataba sobre todo que sus hijas mujeres sobresalgan en la sociedad cruceña, en las artes, la disciplina y el compromiso con su tierra.
Después de haber cumplido su deber como soldado y ya en los años de su jubilación falleció en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra a los 82 años el 6 de diciembre de 1957. Es sin duda el pionero de la vida castrense en Roboré y uno de los artífices de la efímera Villa Castelnau.
Historias de vida en la primera centuria del siglo XX
La leyenda de Juan Miserandino Diyergi
Rafael Roca Peinado, ex alumno interno del Colegio Evangélico de Santiago de Chiquitos, nos presenta un relato de su vivencia, valiéndose de los escritos de la Sra. Elena W. Vda. De Haight, recuerda con nostalgia los años que vivió en estos parajes de la Chiquitania; algunas de esas leyendas se tejían sobre el lugar “San Miserato” o las cuevas de Miserandino.
Don Juan Miserandino era italiano; llegó después de recorrer varios lugares en Sudamérica, y de abandonar a su familia en Santa Cruz de la Sierra; se refugió para buscar sosiego al infortunio en los cerros de San Miserato. “Un italiano de cutis blanco, cabello negro canoso y de 1,63 metros de estatura. Hijo de Salvador Miserandino y Rosario Diyergi, nació en Palermo el 12 de agosto de 1869, y luego de haber sido oficial en el ejército argentino y haber andado por muchos lugares de Sudamérica llegó a Bolivia en los últimos años de la década de 1890, dejando en Santa Cruz dos familias. Caballero bien plantado, de corbata, bastón en mano y bien recto en su porte militar. Su conversación era siempre interesante en los acontecimientos mundiales. Fue su profesión última la de comerciante. Llegó a Santiago para luego retirarse, después de 1926, a la soledad de San Miserato”. (Montero 1998:233-234).
A partir de la década de los treinta, en Santiago y sus alrededores comienza a tejerse la legenda (sic) de este italiano, como si la naturaleza y lo abrupto de las serranías de Santiago colaboraran intensamente con el desdichado de don Juan. “Decían los rumores que traía con él muchas joyas y buena cantidad de libras esterlinas que había adquirido en su condición de prestamista. Además de su mujer, su buey y un perro que llevaba una arroba de carga en la alforja colocada sobre su lomo, siempre iba acompañado de su criado Fidel Condori, un indio argentino sordomudo y mal conformado físicamente” (Montero 1998:234).
Acostumbraba llegar a Santiago montado en un buey caballo, él y su compañera; tenía un perro [4] que podía cargar en su lomo una alforja con más de una arroba, además contaba con la compañía de Fidel, “a la orilla del pueblo, la compañera desmontaba para entrar a pie. Cuando la familia Haight lo invitaba a su casa a almorzar o a conversar un poco, don Juan llegaba elegante, con traje y corbata, era un hombre de mundo, interesante en sus reflexiones”.
Refugio para él fue la soledad. A Fidel Condori (criado) lo consideraba como un hijo fiel. Tenía su buey y un perro. Y una compañera chiquitana. Ellos lo acompañaron en el transcurso de su infortunio hasta su muerte. Pareciera que siempre creyó que le iban a robar lo poco que tenía. Y como normalmente se acostumbra en los solariegos pueblos de la chiquitania, que tratan ante todo de endiosar y mistificar a ciertos personajes, la gente le acrecentaba imaginariamente lo material, sin poder ver la riqueza del alma o la espiritualidad que él tenía.
El indio Fidel Condori, compañero e hijo fiel de don Juan Miserandino
En el tinte dramático que le dan a la leyenda de San Miserato, pareciera que don Juan y Fidel, construyeron un imaginario paraíso en las alturas de Santiago, donde la recreación estaba en la piscina natural de las aguas cristalinas de Soledad. El órgano tenía una piedra grande con una gruta que le inspiraba la espiritualidad y el culto al silencio; por su lado, los cerros del Banquete, bien podían reflejarlo saciados que estaban de la tranquilidad y el esplendor de los campos. Realmente este personaje y su leal compañero en la primera centuria del siglo XX, no se dejaron llevar por el infortunio de los comerciantes, la política, la apariencia y la arrogancia de la conquista espiritual, sino que se entregaron a la naturaleza con ella y para ella.
Olvidando por completo de su familia en Santa Cruz de la Sierra, y con la compañía de Fidel muere de u  infarto en la Cueva de San Miserato, donde por última vez pueden ver su cuerpo, amigos, autoridades y curiosos. Murió en la soledad de una cueva  el 29 de octubre de 1939, llevándose consigo el secreto de las serretas de Santiago y los enigmas del Valle de Tucabaca; podríamos creer que fue el celoso cuidante  y testigo mudo de estos exuberantes parajes por más de diez años. “Después de enterrado don Juan Miserandino, pronto comenzaron a violar su sepultura los aventureros que buscaban los tesoros  que los rumores tenían por escondidos, aunque nunca se supo que encontraran algo; ni siquiera el secreto guardado” (Montero 1998:234)
El primer párroco de Roboré
El reverendo padre Fortunato Crepaz fue el primer párroco de Roboré, cuando todavía se llamaba Villa Castelnau. Nació en Linz el 10 de junio de 1903, hijo del célebre escultor Andrés Crepaz V., y de Luisa Niedrebacher. Su juventud estuvo marcada por la Primera Guerra Mundial, que la pasó en Hall (Tirol). Ingresó a la orden franciscana el 24 de agosto de 1922. El 26 de agosto de 1926 profesó los votos solemnes y el 29 de junio de 1929 fue ordenado sacerdote.
Luego de terminar sus estudios teológicos, este emprendedor sacerdote franciscano, decidió dedicarse como  misionero en el recién creado Vicariato de Chiquitos. Después de un largo viaje de Europa a Buenos Aires, siguiendo la ruta de Yacuiba y la Provincia Gran Chaco, llegó a Santa Cruz de la Sierra el 27 de enero de 1931; el 19 de diciembre recibe del Ilmo. Sr. Obispo Monseñor Bertoldo Bühl, su nombramiento de primer párroco de la recién fundada parroquia de Roboré, que abarcaba la siguientes comunidades: “Los Troncos (240 almas); San Pedro (170 almas), Santa Bárbara (26 almas), San Juan y Quemena (más de 18 almas) además de atender a los fortines: Paredes e IOngavi” (Montero 1998:280).
Llega a Roboré el 20 de enero de 1932, donde fue recibido por algunos habitantes y el comandante del Fortín Roboré, Cnl. Genaro Blacutt y por el padre Luís María Oefner, párroco de Santiago; entonces no existía ni templo ni casa parroquial. Desde el momento de su llegada el sueño del padre Fortunato era contar con un templo  y una parroquia.
Las circunstancias no eran tan buenas, pues don Benito Mansilla, que era el profesor de la escuela, había negado al padre Oefner pasarle un cuarto de la escuela para que viva el nuevo párroco; su negativa radicaba en que él era evangélico. Luego con el tiempo le dieron el cuartito, y se instaló durmiendo en una hamaca y con pocos enseres.
Su primera misa que celebró en Roboré, fue el día 24 de enero de 1932, en la que asistieron 20 personas, “el 26 del mismo mes realizó el primer entierro de una joven de 18 años en una pobreza única: sin incensario, sin cruz, sin sacristán y con el agua bendita en una botella de cerveza. (ofc. Cit. 280).
Su anhelo de llegar a la niñez y a la juventud con el catecismo, lo llevó a fundar una escuela el 15 de febrero de 1932, que inició con veinte alumnos, entre niñas y varones. Allí instauró una capillita, luego de ser botado de la escuela que presidia don Benito Mansilla. La familia Müller, a través de sus hijas Elsa y Erna, regalaron un altar provisorio; por eso ya se notaban los cambios de la reciente capilla creada católica en Roboré. Lo más hermoso de la capilla fue el crucifijo artístico, obra que realizó y le mandó su papá don Andrés Crepaz. Para poder llegar a los indígenas de Roboré y sus alrededores, tenía como maestro de la lengua chiquitana y cocinero a don Rufino Rosas, de San Juan.
En plena Guerra del Chaco, la economía no era la mejor de la zona, pero en 1934 el Vicariato Apostólico de Chiquitos compró una casa. Enseguida el padre Fortunato comenzó con su obra maestra; edificar una iglesia. Empezó a recaudar dinero; destinó fondos de su propia subsistencia en esta obra; mandó cartas a diferentes lugares para pedir limosna y empezar la construcción. En ese momento todo servía; adobes, mano de obra lo que la gente pudiera dar, “se puso él mismo manos a la obra, cargando adobes, revocando las paredes y enladrillando el piso como un simple albañil” (ofc. Cit, 281)
El entable de la antigua capilla fue obra exclusiva del Padre Fortunato, su objetivo era llegar a la festividad de Cristo Rey con la capilla terminada, de esta manera el 25 de octubre de 1936 lograba uno de sus más codiciados objetivos, para la Iglesia de la Chiquitania; ya no importaba el trabajo y el sufrimiento; el nuevo templo fue bendecido en un acto solemne, donde asistieron militares, hombres, mujeres y niños de la sociedad, de la que más tarde se llamaría ciudad de Roboré.
Terminada esta obra, el siguiente paso era construir en Roboré la casa parroquial, ya tenía el terreno y gran parte de la madera cuando enfermó de disentería; en los días de su enfermedad hizo reflexionar a muchos que lo visitaron en Roboré. “A horas 4:00 p.m. del 30 de agosto de 1937 pasó sin lucha, suavemente, a mejor vida, donde el Señor le había preparado una casa, en recompensa de la casa que el P. Fortunato construyó para el Señor en Roboré y que a muchas generaciones dará testimonio del fervor, celo y laboriosidad del P. Fortunato”. (ofc. Cit, 282).

Alfredo Parada Suárez, el gran médico de Roboré
El Dr. Alfredo Parada Suárez fue el médico de cabecera de los alrededores de Roboré y Santiago durante cincuenta años; ayudó con sus conocimientos a los heridos y enfermos durante la campaña de la Guerra del Chaco, a los campesinos e indígenas chiquitanos y ayoreos, que llegaban con dolencias hasta el Micro Hospital de Roboré y en tantas ocasiones hasta su propia casa.
El Dr. Alfredo Parada nació en Santa Cruz de la Sierra el 1 de febrero de 1903. Fueron sus padres el Jurisconsulto Dr. José Parada Egüez y Doña Constanza Suárez, los cuales tuvieron diez hijos: José, Constanza, Raúl, Alfredo, Ramiro, Oswaldo (muerto en la guerra del Chaco), Adalberto, Peregrina y dos infantes muertos.
Realizó sus estudios primarios y secundarios en su tierra natal, egresando como bachiller del Colegio Nacional Florida; luego estudió medicina en la Universidad San Francisco Javier de Chuquisaca, graduándose en 1927; hizo su año de internado en el Hospital Militar de la ciudad de La Paz. Fue médico de cabecera del ex presidente Dr. Hernando Siles. Posteriormente se especializó en enfermedades tropicales en la Facultad de Medicina de Río de Janeiro-Brasil, llegando a tener una experiencia única en el tratamiento de la malaria.
Con la experiencia que tenía en el Hospital Militar, el trato con la tropa y la predisposición, en 1928 fue destinado a Puerto Suárez como cirujano del Regimiento “Warnes IX de infantería” acantonado en Vitriones. Luego fue restituido a La Paz, y destinado como médico Cirujano del Regimiento “Bolívar 1º de Artillería”, acantonado en Viacha; luego al Regimiento “Ballivián 2º de Caballería” con asiento en la localidad de Guaqui. Posteriormente su destino fue a la Escuela de Aviación del Alto en la ciudad de La Paz y más tarde, en iguales condiciones, al Colegio Militar de Ejército en los actuales predios del Estado Mayor en la ciudad de La Paz.
En la guerra del Chaco fue parte esencial de la primera Brigada Sanitaria con destino al II Cuerpo de Ejército, en el Fortín Ingavi. Luego más tarde fue enviado al Hospital de Sangre de Madrejón, actuando como cirujano del Regimiento “Florida XII de infantería”; participó además de la toma del fortín paraguayo “Cnl. Bogado”.
Durante la guerra fue sin duda un insigne servidor de la medicina, actuó en primera línea como cirujano, estando en el campo de batalla contrajo paludismo; luego de luchar varios meses fue evacuado a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra para someterse a tratamiento médico. Ya recuperado, fue médico de los prisioneros paraguayos en Tarata.
Entre los emprendimientos en beneficio de la salud pública, organizó el Hospital de Trinidad en el Departamento del Beni, destinado con la misión de atender a los contingentes de heridos y enfermos benianos llegados del Chaco.
Ya pasada la guerra en 1938, fue invitado por la COMIXTA, para ser parte del personal que debía acordar los estudios del Ferrocarril Corumbá-Santa Cruz de la Sierra, donde trabajó por 26 años; en este emprendimiento de su vida profesional organizó el Hospital de Palúdicos en la localidad de El Carmen (hoy el Carmen Rivero Tórrez) y luego el de Roboré; como director de ambos, realizó constantes campañas antipalúdicas en toda la zona de influencia del ferrocarril.
Contrajo nupcias en dos oportunidades, la primera con la Sra. Dora Saavedra Añez con quien tuvo tres hijos: Beatriz, Teresa y Alfredo. En su segundo matrimonio con la Sra. Aida Ramírez, en 1951, procrearon cinco hijos: Manfredo, Rolando, Juan Carlos, Aida y Patricia.
Roboré fue para él realmente La Perla del Oriente en la medicina; se entregó por completo en el trabajo social ayudando a los demás; fue elegido en tres oportunidades Alcalde Municipal, cargo que desempeñó ad honorem, su salario lo destinaba para obras de la misma alcaldía.
Reincorporado nuevamente al Ejército, trabajó 28 años como el Médico de la División, reorganizó la sanidad militar  “Virgen de Cotoca” y la puso a la altura de cualquier exigencia médica y ante cualquier emergencia. En este cargo se llenó de glorias; fue distinguido con la Medalla de la Guerra, el Cordón de Honor y se jubiló con el grado de Teniente Coronel de Sanidad. Desde 1968 hasta su muerte fue Director del Centro de Salud; durante su gestión se orientó la construcción de la Maternidad buscando fondos en el Club de Leones, ya que formaba parte de la mesa directiva.
Como socio fundador del Club de Leones Roboré, trabajó durante casi tres décadas; igualmente fue socio fundador del Club de Caza y Pesca de Roboré “Gral. Humberto Torrez Ortiz”; los objetivos de este club al margen de la caza y pesca, arrancó con un proyecto de piscicultura en Roboré, para ayudar en la alimentación de la población, ya que su dieta era pobre en proteínas.
Sin lugar a dudas el reconocimiento más preciado lo tiene en las tres décadas que le dedicó todo su empeño a la salud de Roboré y sus alrededores, tiempo durante el cual fundó  y creó puestos de salud, hospitales, clubes, y también ejerció la medicina en varios lugares del territorio nacional y cumplió con Bolivia en la Guerra del Chaco. En 1977 recibió la condecoración más preciada del Estado Boliviano a los hombres de bien,  de manos del entonces presidente de Bolivia el Gral. Hugo Bánzer Suárez quien le otorga la Medalla el Cóndor de los andes; de esta manera terminó el ciclo de reconocimientos a este hombre que de verdad entregó la mitad de su vida a la salud de Roboré.
Después de haber combatido con todo su conocimiento las enfermedades tropicales en la lucha por la malaria o paludismo, también vio materializado el más grande de sus sueños: la construcción del flamante y moderno Hospital Broncopulmonar de Santiago de Chiquitos; obra que llevaría su nombre. Es así que el 20 de diciembre de 1979, tras una larga enfermedad y agotado por los años, murió en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra; sus restos mortales reposan en el Cementerio General de su ciudad natal.
Pedro Lacunza, un hombre de acción
El Hermano Pedro Lacunza Asnariz, nació en Ciriza, un pueblito del valle de Echauri, Navarra-España el 15 de marzo de 1915, en el seno de una familia cristiana. Lacunza es un patronímico navarro, recio y cargado de realidades que brillan. Estudió en el seminario  de los Hermanos Maristas, donde adquiere una profunda formación religiosa, filosófica y docente. Iniciándose como profesor del Liceo de Burgos en la ciudad del Cid Campeador, donde los problemas e idiosincrasia de la gente le llegó al corazón.
Contaba con veintiún años de edad al estallar la Guerra de Liberación en España en julio de 1936, hecho que se consideraba como una Cruzada Santa; se enroló a un grupo de voluntarios junto con su hermano Sebastián. Estuvo en las Oficinas de Prensa y Propaganda de Defensa Nacional,  pasando más tarde a la Sanidad Militar donde se desempeñó con el grado de suboficial en el Hospital Militar de Burgos hasta 1939, año de la victoria, en que se reintegró por completo a la congregación Marista.
Siendo Director del Colegio Nuestra Señora del Carmen de Badajos, es designado por los superiores para fundar, en la Villa Castelnau o Fortín Roboré, el primer Colegio Marista de Bolivia, conforme a lo acordado con el Monseñor Vicario de Chiquitos José de Calasanz Rosenhammer.
El 2 de diciembre de 1956 partía el hermano Pedro en un avión de la Compañía Iberia rumbo al Brasil, hasta Río de Janeiro, para luego pasar a Corumbá, para desde allí dirigirse en ferrocarril a Roboré. Dio la casualidad que el conductor del tren era don Mario Antelo, el primer roboreseño que tuvo el honor de prestar sus servicios a tan ilustre viajero. A horas 18:05 del día 8 de diciembre de 1956, festividad de la Inmaculada Concepción, pisaba por primera vez el Hermano Pedro tierra chiquitana y roboreseña, sin saber aún que sería la tierra que lo cobijaría por la eternidad.
El primer emprendimiento fue establecer el Colegio Misionero de los Sagrados Corazones iniciando la obra marista el 11 de marzo de 1957. Como era un hombre culto, disciplinado y amante de la justicia, daba conferencias cuaresmales a los adultos en Roboré, transmitía sus principios con el ejemplo, su objetivo era formar a la juventud, acuñándoles el conocimiento, las ciencias y el arte.
Por primera vez en las fiestas patrias de 1957, se presenta en Roboré una alegoría patriótica de veinte minutos, donde se podía apreciar en una especie de teatro la participación de los héroes: Bolívar, Sucre, representando a Bolivia  y otras características de Bolivia; el pueblo quedó conmovido; fueron cuarenta y cuatro alumnos maristas que interactuaron con el público, transmitiendo las hazañas de la independencia.
El hermano marista acostumbraba visitar los alrededores de Roboré llegando a los distintos ranchos que estaban bajo la tutela de la parroquia como Los Sotos, Cupesí, San Manuel, San Pedro y Limoncito; en cada uno de ellos enseñaba, cantaba y rezaba hasta quedar afónico.
En 1958 el hermano Pedro se las arreglaba y abre una filial femenina de los Sagrados Corazones, y desde este momento marchan juntas las banderas Maristas y de la Sagrada Familia. Diez años más trabajaría por Roboré. Pudo haber salido de este lugar a realizar trabajos más livianos en España o Roma, pero prefirió quedarse al servicio de la sociedad roboreseña y, sobre todo, de la juventud.
Uno de los lemas para la superación del Hermano Pedro era “hacer todo para todos”, es así que diezmado por el cáncer, pasó varios días de sufrimiento por esta enfermedad; muere a los 56 años; pero pareciera que en el ataúd faltaba una voz mágica que dijera “levántate y anda”; hubo tres días de luto en el pueblo. Sus restos están depositados  en el cementerio de Roboré, descansa bajo la protección del Sagrado Corazón de Jesús. Realmente el pueblo quedó acongojado con su partida. Porque él sembró una semilla en el compromiso; su obra está vigente hasta el día de hoy, y fue irradiada a otras partes o regiones de Bolivia.
Napoleón Montero Montero
Fue el paladín de la educación en Santiago y Santo Corazón; se destacó en el magisterio rural de la provincia Chiquitos. Hijo de doña Aurora Montero, nació el 6 de octubre de 1903 en Santiago de Chiquitos. En su pueblo natal recibió una severa educación; sus quehaceres diarios estaban distribuidos entre los oficios de la casa y su inclinación a la lectura, que su madre le inculcara, para que en el mañana sea una persona de bien, correcta y disciplinada.
En 1926 se casó con doña Felicia Herrera, con la cual tuvo tres hijos: Aura, Emiliano y Ángel. Desde este tiempo se dedicó a la docente (sic); más tarde se destacaría por su capacidad pedagógica. Ante esta superación las autoridades lo posesionaron como preceptor de la Escuela Mixta Católica de Santiago, dependiente de la Junta Municipal de San José de Chiquitos.
Se desempeñó como profesor por más de cincuenta años, en los centros poblacionales más influyentes del Sureste cruceño; estuvo en Roboré, Santiago, San José Puerto Suárez y San Miquicho (hoy en día es la comunidad de San Manuel en el Municipio de Puerto Suárez).
Combatió en la Guerra del Chaco. Al iniciarse la campaña, partió con el contingente de soldados de Santiago en una columna de ocho camiones que saliendo de Roboré; iban con destino al Fortín Ingavi. El amor por los niños y el saber, no menguó con los avatares de la guerra. Después de la guerra vuelve nuevamente a Santiago, donde hace florecer otra concepción de la educación de la educación, dando mayor atención a la cultura, buscando que la niñez esté mejor preparada porque les esperaba un futuro incierto.
El 1 de enero de 1942, marca otra etapa de su vida; se casa por segunda vez con la Sra. Ignacia Vaca Gutiérrez, hija de don Nazario y Jacinta; con esta mujer supo combinar la paciencia, bondad y sabiduría formando un hogar ejemplar del que nacieron cinco hijos: Gladyz, Heddy; Edgar, Leonardo y Miguel Napoleón. Estos hijos de don Napoleón le dieron gloria a su incansable lucha por la preparación académica, pues también han irradiado sus conocimientos, su capacidad profesional en el departamento y el territorio boliviano.
Después de tanto trabajo por la educación y el magisterio local, y en vistas a sus conocimientos y capacidad el profesor Napoleón era el indicado para que el 1º de marzo de 1962 fuera nombrado Inspector Regional de Educación de la Zona Oeste de Puerto Suárez. Fue elegido dos veces Primer Secretario Ejecutivo de la Federación de Maestros Urbanos del Oriente, y a la vez se destacó en varios eventos nacionales a nivel sindical y pedagógico.
Fue un erudito en la educación; hacía los mejores discursos, preparó escuelas, luchó por la educación rural y urbana de la Chiquitania. Muchos ciudadanos roboreceños que lo conocieron relatan que tenía una memoria asombrosa. Murió en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra el 13 de agosto de 1983.
Su trabajo fue reconocido por las autoridades educativas del departamento, por haber prestado sus servicios en pos de la educación en las zonas más alejadas del Oriente boliviano; por eso un Colegio en el Barrio Avaroa de la ciudad capital lleva su nombre del profesor santiagueño  “Napoleón Montero Montero”. Este maestro de maestro, hombre loable y noble, dedicó más de la mitad de su vida a la educación, a la ciencia y al buen vivir.
Don Germán Vaca Díez Montero
En su estudios Miguel Montero lo llama “Patricio y benefactor”; sugiere que es uno de los hombres  que trabajó por Roboré y por muchos lugares de la provincia Chiquitos. Hijo de Ormando Vaca Díez y Justa Montero, nació en Santa Cruz de la Sierra el 25 de mayo de 1903. Cuando estaba de ocho años quedó huérfano, junto a sus hermanos Hormando, Ciro, Jorge, Rosa, María y Adela.
Llegó a esta zona cuando apenas tenía 14 años, acompañando a su tío de apellido Vaca Díez; que por Resolución Suprema de 28 de diciembre de 1922 tenía que abrir un camino de Roboré a las Salinas de Santiago. Lo hizo trabajar como uno de sus peones, pasando frío, lluvia, calor sin que sus fuerzas menguasen por el trabajo.
Prestó su servicio militar en Puerto Suárez. La acumulación inicial del capital de don Germán se da en 1923 cuando transportó una carga de la Casa Zeller, evaluada en 550 pesos (equivalente a 20 cabezas de ganado), para vender en Santo Corazón, debiendo pagar al crédito en noventa días, podía pagarlo en cueros de ganado vacuno o tigre (Phantera onca) o también en plumas de piyo [5]  (Rhea americana araneipes), esta era una de las maneras más clásicas de realizar negocios en esta parte de la chiquitania.
En 1926 fue profesor de la escuela fiscal de Santo Corazón. Luego se casó con la Sra. Ceferina Zeballos, hija de un hacendado cruceño don Miguel Zeballos; pasó bastante tiempo como profesor, lidiando para enseñar entre el chiquitano y el castellano; la mayor parte de sus alumnos hablaba las dos lenguas. Entre sus oficios de pedagogo siguió ayudando a su familia a través de sus actividades comerciales que mantenía con Puerto Suárez.
Fue soldado en la Guerra del Chaco, donde adquirió capacidad de compromiso, aunque siempre fue un hombre tesonero y con mucha voluntad. Al retornar de la guerra decide radicarse en Roboré, atraído por los paisajes y la pujanza de este nuevo pueblo que ya llegaba la punta de riel del ferrocarril, prometiendo a propios y extraños nuevos días de progreso y comercio. Por eso se traslada con todas sus cosas en 1945, dedicándose al comercio y a la ganadería tradicional.
Desde este terruño que le abrió las puertas, demostró su entrega y bondad; parte de sus ganancias las hacía llegar al internado de niñas San Francisco; colaboró y puso todo su empeño en el progreso del pueblo. Fue alcalde de Roboré en 1957 y presenció los actos de las fiestas patrias en honor a los que contribuyeron a la causa independentista. Su preocupación fue siempre el bienestar de la niñez. Tiempo después entregaría la Alcaldía al Ilustre Notario don Aurelio Janchts.
Dedicó gran parte de su tiempo, con voluntad y empuje, para trabajar por Roboré. Fue Presidente del Comité Cívico. Impulsó obras significativas, como el arreglo de las calles y avenidas después de la inundación de 15 de enero de 1979. Como parte de su labor cívica y edilicia están las obras de la nueva captación de agua del río San Manuel, la construcción del hospital y el edificio de la alcaldía, que avaló con sus bienes el desembolso del crédito bancario.
La pérdida de este ciudadano, querido en el pueblo por sus emprendimientos, fue de mucho pesar para la sociedad en general; falleció el 25 de agosto de 1989. En el recuerdo de la gente queda grabada su paciencia y empuje. En las cosas materiales que construyó  queda en las páginas históricas  la bondad y el sacrificio de este patricio roboreceño.
Doña Laida Noemia Peinado de Sáenz
Esta venerable maestra nació en Santiago de Chiquitos el 2 de marzo de 1928; sus padres fueron  don Cándido Peinado y doña Filomena Vargas Melgar; fue bautizada en Santiago  por el párroco de Puerto Suárez Eusebio Zabala i Justiniano; desde este momento la trayectoria de su vida de esta valerosa mujer estaría marcada por las causas nobles y justas.
La descripción que da Miguel Montero sobre la maestra de maestras de Santiago y Roboré es la siguiente: “Noemia es una de las figuras más sobresalientes de la docencia roboreceña que describe en el cielo un arcoíris esperanzador. (…) de fácil, atrayente y blanca sonrisa, con una fuerza interior natural y espontanea para hacer el bien, a los veinte años de edad inicia la docencia en la escuela de su pueblo natal” (Montero 1998:311-312)
En 1948 se inició como profesora y trabajó durante ocho años en la Escuela “Rubén Terrazas” de Santiago de Chiquitos. Esta mujer creativa, polifacética, generosa y abnegada, se unió en matrimonio con  el profesor cochabambino Luís Sáenz Paz en Santiago de Chiquitos el 26 de diciembre de 1950. Fue madre y maestra de sus hijos William, Claudio y Elar, que han seguido los pasos de la docencia.
Su pueblo y la región la necesitaba para ocupar el cargo de Directora Regional del Menor (DIRME), responsabilidad que la llevó a trazarse objetivos para trabajar por el bienestar de la niñez, con los más desprotegidos y luchando por los derechos de las mujeres maltratadas, tratando ante todo de encontrar los mecanismos necesarios para paliar la violencia familiar.
En 1956 pasó a formar parte de la planta de docentes de la escuela “Ángel Sandoval Peña” donde luego por su capacidad ejerció el cargo de Directora del Establecimiento. En 1969 se concreta parte del ciclo de superación de la Sra. Noemia al ocupar el cargo de Jefe Regional de Educación Urbana, esta jefatura la desempeñó por tres veces consecutivas. Otra de las grandes hazañas  sociales es la presidencia del Comité Cívico Femenino en 1979 bajo una elección popular, cargo cívico que desempeñó encarando obras y emprendimientos en pro de la cultura; instauró una manera de realzar las fiestas cívicas y religiosa con la elección de la “Churapa de antaño” que hasta el día de hoy da realce a las fiestas del municipio.
Luchó incansablemente hasta que logró que se reabriera en 1989 el Instituto de Capacitación Docente, dependiente de la Escuela Normal Enrique Finot, siendo nombrada directora del mismo. Realmente esta noble y sencilla dama del jardín de flores de Santiago, no escatimó esfuerzo alguno para servir a la niñez, a los jóvenes y luchar por los derechos de sus colegas del magisterio urbano y rural.
“Era de madrugada del once de noviembre de mil novecientos noventa y dos. Contra las prescripciones médicas viajó en el tren a Yacuses para visitar a su hijo Elar y cuando el horizonte se anaranjada con incendios de ocre y de bermellón, como si ese fuego lejano, simbolizara la llegada silenciosa de la muerte, un dolor profundo hincó su corazón y cayó víctima de un infarto con toda la tristeza de los estremecimientos agónicos” (Montero 1998:315)
Don José Taceó Surubí
Muchos chiquitanos desde San José hasta Puerto Suárez se han caracterizado por este apellido. Taceó es parte del acervo de la cultura y la identidad con la tierra chiquitana. Son como titanes, siempre tomando la destreza del tigre la fiereza del león, luchando contra las adversidades, esta fue la vida del benemérito soldado que ofrendó su juventud en las candentes arenas del Chaco.
Hijo de don Jacinto Taceó y doña Candelaria Surubí, nació en Puerto Suárez el día 19 de marzo de 1912; en 1931 fue al cuartel a prestar el servicio militar, como soldado del Regimiento IX de Infantería “Warnes” acantonado en Puerto Suárez.
En 1932 partió destinado al fortín San Juan, como parte integrante de una escuadra de ametralladoras, soportando un viaje cansador hasta Roboré, en camiones y transportando todo el material que les haría falta.
Pasó todo lo que un héroe tiene que vivir para dejar ejemplo y sentar antecedentes


[1] Estas demarcaciones territoriales estaban a cargo de un Delegado Nacional: la Ley 28 de octubre de 1890 fue reglamentada por el decreto 2 de diciembre de ese mismo año; entre esas delegaciones estaban las Delegaciones Nacionales del Madre de Dios y el Purus, luego la ley de 27 de diciembre de 1905 creó la delegación Nacional del Gran Chaco, para el servicio de la colonización, administración y exploración en el río Pilcomayo y territorios adyacentes, por el término de cinco años, no comprometiéndose los derechos territoriales de los Departamentos de Tarija, Chuquisaca y Santa Cruz. En 1926 se propuso la creación de una subdelegación con la provincia Caupolicán, pero este proyecto quedó dormido en el parlamento. También mediante la Ley del 4 de abril de 1928 se creó la Delegación Nacional de Parapetí y Llanos de Manso, para desenvolver un plan de vialidad y de colonización  civil y militar de la parte occidental del Chaco. La Delegación Nacional de Guarayos, fue creada con carácter permanente mediante el Decreto Supremo  de 10 de mayo de 1938. También se creó la Delegación Nacional del Chapare, antes denominada Intendencia de Colonización del Chapare, en una jurisdicción de 50 mil hectáreas para promover el desarrollo de la región con inmigración del occidente de Bolivia. Por último tenemos la Delegación Nacional de Bermejo, de la que no hay la disposición legal que la crea, pero los Decretos de 20 de mayo de 1941 y 31 de marzo de 1942, autorizan al Delegado Nacional de Bermejo adjudicar lotes urbanos y suburbanos.
[2] Oscar Tonelli Justiniano sostiene que en honor a la verdad en el siglo XX, “eran tres estos árboles bajo cuya sombra armaron campamento y descansaron una infinidad de caravanas y viajeros del Sudeste chiquitano. Estos árboles marcaron desde siempre la vida de los roboreseños, como que por mucho tiempo fueron llamados los “come paquioses”. (Tonelli 2004:266). El árbol de Paquió que tiene como nombre científico Hymenaea courbaril, produce frutos de contextura esponjosa y con un olor exquisito.
[3] Esta sociedad impulsora de conocimiento, historia, antropología y demandas del Oriente boliviano, nació al servicio de los hombres y mujeres cruceñas, el 12 de julio de 1903; una pléyade de intelectuales y personalidades se organizaron con el pensamiento y la mirada puesta en el futuro regional; hizo reflexiones y trazó objetivos para mirar hacia el Oriente. Su primer Directorio estuvo presidido por don Cristian Suárez Arana, como vicepresidente don José Benjamín Burela Justiniano. Tesorero don Herminio Herrera, y Secretario don (s. n) Salvatierra. La publicación de los Boletines de la Sociedad a lo largo de 1903 a 1906, estaba a cargo de un representante de la Geográfica (Benjamín Burela), un personero del Club Gimnasia (Ángel Sandoval P.) y en condición de miembro de los grupos cívicos sociales don Plácido Molina Mostajo.
[4] Según el relato de doña Andrea Masavi, “Lo admirable era la fiel obediencia del animal, en la compra de víveres, que efectuaba periódicamente. Bajaba del Mirador con una alforja apropiada a su cuerpo y un papel de requeridos y directamente iba donde don Otto Müller, que tenía una tienda muy surtida; en caso de no encontrar algunos suministros, lo enviaban a otro negocio de don Fausto Borda. Allí completaba su carga de una arroba y retornaba muy orondo con su preciada compra. El perro todo entendía, lo único que le faltaba era hablar” (Gareca 2008:103-104)
[5] Fueron los guaraníes que lo denominaron Ñandú, que significa araña, los mapuches Choique, los quechuas Suri o Sury; los Tobas Mañik y los Teuhelches Oóiu, en la chiquitania es conocido como Pío o Piyo.

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